De la peor cara de la tragedia, a las canciones de los payasos en Tenerife para alegrar la tarde
La lluvia ha comenzado a caer y tras ella llegarán nuevos arcoíris, pero hoy, que los contagios parecen levantar el pie del acelerador en España, aunque la cifra de muertos sigue su lúgubre escalada, la desazón habita en los centros de mayores, cerrados a cal y canto a las visitas, donde la vida se marchita en la más amarga de las soledades.
Al otro lado del horror proliferan los mensajes de solidaridad, convertidos en los grandes soportes anímicos que sostienen a una sociedad encerrada entre cuatro paredes desde hace diez días. Los aplausos ya no solo se escuchan en los balcones y ventanas. Los hospitales de La Candelaria y del Sur y el Aeropuerto de Tenerife Norte se han transformado por momentos en escenarios donde se escenifican los agradecimientos espontáneos y la emoción contenida dirigidos al personal sanitario, a la Policía, al Ejército, a los trabajadores de supermercados…
Y ahora se multiplica el ingenio en esos grandes escaparates con barandillas de los edificios que ha desempolvado la crisis. Ya no solo se aplaude, se colocan banderas, se dibujan arcoíris, se escucha el pasodoble Islas Canarias … Las funciones en los balcones amplían su repertorio para todos los públicos. Ayer, después de la salva de aplausos de las 7, grandes y pequeños corearon y bailaron Hola don Pepito y la Gallina Turuleta en Candelaria. Acto seguido, y tras una cerrada ovación, el bloque entero regresaba con una sonrisa al salón.
En colaboración con la Fundación Transforma España