Hoy que tanto hablamos del poder de la tecnología, la obstinación de los menos tecnológicos, nos ha dado un gran revés. ¿No podríamos nosotros también enfocarnos más en el para qué, en el cómo y luchar por nuestros valores y la construcción de un mundo mejor para todos?

Llevamos ya muchos días viendo la tragedia de Canarias en todos los informativos y algunos ya se han olvidado de todas las de Afganistán. Nuestra gran amiga Eva Levy ha reflexionado, en su último artículo, de todo lo acontecido en Afganistán y ha sacado en claro dos lecturas. La primera, por supuesto, es de índole política, debido al regreso al poder en ese país de unos señores “que han demostrado ampliamente su capacidad de matar, torturar, humillar e ignorar todos los derechos humanos, una catástrofe mayúscula que nos afecta a todos, una regresión terrible de la cultura y de la civilización”.

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La segunda lectura que hace Eva Levy es más iconoclasta. “Que unos hombres salidos del medievo más oscurantista y armados inicialmente con un material desfasado, hayan podido derrotar al ejército más potente, sofisticado y más informatizado del mundo, demuestra una cosa: que el cerebro humano sigue sobrepasando a todos los online del mundo aunque sea verdad que ellos empiecen a incorporarse ahora también al uso de la redes sociales y demás”.

Por lo tanto, según Eva Levy, lo que nos enseña esa victoria es la inmensa potencialidad de nuestra mente, cuando, incluso con recursos muy escasos, se mueve con fe, voluntad y obstinación. “Los talibanes han demostrado una energía, una astucia, una inteligencia táctica y estratégica excepcionales, nadie lo puede negar, pero lo han hecho en nombre de la superioridad de su religión y de la preservación de su modo de vida medieval, y para instalar el odio y la opresión como modelo de dominación”.

Según Emilia Zaballos, directora de la Fundación Zaballos, “hay algo que puede a toda la tecnología y es la inteligencia humana, sobre todo la perseverancia, la estrategia, el tesón y la fe. Cuando uno tiene claro cuál es su objetivo consigue llegar a él. Otra cosa es cuestionarse si el objetivo conseguido es el adecuado, el correcto y el que más necesita, en este caso, un país… Y EN EL CASO DE AFGANISTÁN EVIDENTEMENTE NO”.

Puedes leer el artículo al completo de Eva Levy pinchando aquí.